Inspirada en una pieza Art Déco, Zeleste se presenta como un enigmático grial de luz, pensado para acompañar en liturgias nocturnas. Su origen nos remite a los primeros años setenta, con su peculiaridad marcada por el material que la conforma: el alabastro, una piedra traslúcida que aporta una calidez muy especial. 

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Esta lámpara nació de un proyecto, la Sala Zeleste en Barcelona, y su nombre rinde homenaje a ese momento y a ese encargo. Al atravesar la cortina de terciopelo que daba acceso al local, un elemento unificaba el espacio: la lámpara Zeleste, promotora de intimidad frente a una amalgama de muebles sin dueño.  

Hecha a mano por los artesanos de Sarral, no hay dos unidades iguales. El alabastro, macizo en la base y vaciado en la pantalla, convierte a cada pieza en una obra de arte nacida como provocación contra al gusto dominante. En los años 70, considerado un material kitsch sin la fortaleza constructiva del mármol ni la nobleza traslúcida del ónix, este material era apenas utilizado por la industria del souvenir turísitco.