Una lámpara que debe su nombre a lo mucho de lo que prescinde, más aún cuando se utiliza sin siquiera pantalla. Sin combina simplicidad y tecnología para dejar suspendido un ligero aro luminoso que inunda con luz cálida directa cualquier superficie de trabajo. Y no ocupa espacio en la mesa porque acoge todo tipo de descarriados en su base, papeles incluidos. 

Sus dos tamaños se presentan ambos en blanco o en grafito mate, a los que se les puede añadir una pantalla traslúcida blanca, o alternativamente una pantalla opaca de aluminio. O no apantallarla, sin complejos.  

Una lámpara que debe su nombre a lo mucho de lo que prescinde, más aún cuando se utiliza sin siquiera pantalla. Sin combina simplicidad y tecnología para dejar suspendido un ligero aro luminoso que inunda con luz cálida directa cualquier superficie de trabajo. Y no ocupa espacio en la mesa porque acoge todo tipo de descarriados en su base, papeles incluidos. 

Sus dos tamaños se presentan ambos en blanco o en grafito mate, a los que se les puede añadir una pantalla traslúcida blanca, o alternativamente una pantalla opaca de aluminio. O no apantallarla, sin complejos.  

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Salimos del concepto tradicional de una fuente de luz central que expresa su luminosidad al tamiz de una pantalla envolvente. No es un eje central, es un poderoso caudal lumínico, cálido, direccional, bien distribuido, regulable a voluntad y de muy bajo consumo. Y siguiendo principios de desmaterialización, todos sus componentes son fácilmente separables y potencialmente reciclables.