Míriam Dema

Barcelona, 1995
La práctica pictórica de Míriam Dema (Barcelona, 1995) nace de la memoria y de una atención sostenida a lo cotidiano. Su obra explora la dimensión simbólica de los encuentros y de los vínculos humanos, especialmente en torno a la mesa como espacio de intercambio, afecto y recuerdo. Mediante una técnica intuitiva que combina ceras, pasteles y capas de óleo sobre madera, sus escenas evocan una mirada nostálgica hacia la belleza de lo irregular, lo imperfecto y lo efímero.
Miriam Dema se graduó en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona en 2017, donde exploró diversas disciplinas antes de centrarse en la pintura. A mitad de carrera, sufrió un bloqueo emocional que la llevó a abandonar temporalmente la pintura y a enfocarse en otras disciplinas como el arte conceptual y la cocina. Al terminar la carrera, se mudó a Lima (Perú) para estudiar cocina peruana, pero la distancia y el entorno tan diferente le ayudaron a descubrir un lenguaje pictórico propio que caracteriza su obra actual. Dema encuentra inspiración en las personas y en nuestra manera de relacionarnos, gesticular y expresar cariño. Su obra reflexiona sobre la necesidad humana de compartir y la creatividad para hacerlo, usando la cocina y la comida como metáforas y materiales que aportan colores y texturas de la naturaleza. Su trabajo es un tributo a la belleza de la imperfección y a la generosidad de la vida en sus momentos de esplendor, centrado en dos conceptos clave: la atracción por las pequeñas irregularidades como las huellas del tiempo en una pared o el desorden de una mesa, vistas como ventanas a distintas realidades y recuerdos. Para ella, estas imperfecciones son una belleza bruta, tanto por su carga histórica como emocional. Así, representa la presencia humana en elementos cotidianos y naturales, creando escenarios que evocan calidez y tranquilidad, con guiños a la cultura mediterránea. Miriam es una apasionada de las ceras y el pastel al óleo, cuya imprecisión y textura ruda le divierten, aportando un punto de azar a su dibujo, junto con su carácter nostálgico e infantil. Suele trabajar con pintura al óleo sobre tablas de madera, pintando de manera intuitiva y basada en el recuerdo, aplicando capas parcialmente descubiertas y colores vibrantes. Su construcción por capas imita la forma en que recuerda, de manera libre e idealizada. El resultado son obras enérgicas, ricas en matices y texturas, donde el espectador puede intuir el proceso, entendiendo el arte como un diálogo con uno mismo y con el mundo. En sus composiciones dinámicas, elementos inseparables de la felicidad como mesas compartidas, jarrones con flores y fruta fresca danzan libremente. La síntesis de formas, el juego de perspectivas y la ligereza de sus recuerdos aportan a sus obras un aire fresco y naïve. Actualmente Miriam Dema vive y trabaja en su estudio en Barcelona.

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