Una silla baja y sin brazos, fácilmente transportable, pensada para sentarse a ras del suelo y tener al alcance de la mano un libro o una copa depositados directamente en él. Barceloneta es una de las mejores muestras del Racionalismo mediterráneo de los años cincuenta.

Su estructura de haya forma un triángulo preciso entre respaldo, asiento y pata trasera, un gesto constructivo simple pero inusualmente refinado El asiento, fijo, se tapiza en piel vuelta. El respaldo es de resistente lona blanco, atada detrás por un cabo, como si de una vela marina se tratase. Desmontable y lavable, su silueta inclinada invita al descanso, recogiendo la cabeza.

Categoría: Asientos
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Telas tensadas por cuerdas y un minucioso trabajo de la madera evocan el oficio de los mestres d’aixa, carpinteros de ribera que construyen barcos a mano. Barceloneta nace del espíritu mediterráneo y del ingenio joven de Correa y Milá: una gandula racionalista que entiende el confort sin grandilocuencias. En catalán, un gandul es alguien que se abandona a la pereza, alguien que no quiere trabajar. En ese dejarse ir, nace la reinterpretación moderna de lo popular que hacen el célebre tándem de las sillas de pescadores y de la vecindad que, en los pueblos mediterráneos de antaño, sacaban a la calle al atardecer para aprovechar la brisa y charlar con quien se ofreciera. Esta silla evoca la cara social de la arquitectura: sencilla en su humanidad y su buen uso.

Esta silla nace de un encargo del arquitecto José Antonio Coderch a Correa y Milá, por entonces aprendices en su estudio, para amueblar la Casa de la Marina de la Barceloneta, barrio marinero y popular de Barcelona. Correa y Milá decidieron imponerle el nombre del barrio no sólo por ser allí donde se levantaba el edificio para la que fue concebida sino también como irónica referencia a la silla Barcelona de Mies van der Rohe, confeccionada en acero y piel curtida, que siempre estuvo fuera del presupuesto de los pescadores. Senadores y pescadores, o pescadores sentados como senadores.

En palabras de Coderch, “necesitamos arquitectos (…) que trabajen con una cuerda atada al pie, para que no puedan ir demasiado lejos de la tierra en la que tienen raíces y de los hombres que mejor conocen, siempre apoyándose en una base firme de dedicación, de buena voluntad y de honradez”. Podemos decir que, como discípulos suyos, esta será la premisa de diseño de la silla Barceloneta.